martes, 29 de julio de 2008

Arte y ciencia

Suelo decir a mis alumnas que antes de adornar la danza hay que entender y asimilar el ritmo. Que igual que los cimientos de una casa son su base y la mantienen en pie, el dum y el dak son la esencia de la música árabe, y esa esencia hay que respetarla y tenerla muy presente. Esa base rítmica constituye los cimientos de la música y, en definitiva, de la danza.

No significa esto que la danza se deba reducir a unas medidas, pero es cierto que se necesita cierta dosificación al principio para ir comprendiendo los movimientos de las partes de tu cuerpo. Una vez asimilados podremos improvisar y nuestros movimientos serán más fluidos, y hasta podremos romper puntualmente la estructura rítmica, pero siempre habrá una armonía de fondo y un respeto a la naturaleza de la danza.

Eso me hace pensar en las matemáticas: yo siempre fui bastante mala en esa asignatura, y sin embargo me encuentro en la actualidad midiendo los tiempos, los compases y las frases para explicarlos a mis alumnas. Y es que todo en el universo parece responder a una cierta estructura, y la música no iba a ser menos. Sin embargo la expresión corporal parece querer escapar de toda regla y, a pesar de sus esfuerzos por ser libre, termina dejándose organizar y ordenar por la música. Eso es lo que más me fascina de la danza.


Reproduzco a continuación un artículo de opinión que me encanta, y que viene como anillo al dedo en esta ocasión. Es uno de los primeros escritos de Jose Ibáñez, precedido por un prólogo de Salvador Giner.



“El conocimiento científico puede expresar verdades que ningún otro saber puede igualar; pero hay verdades que sólo la poesía o el arte, y no la ciencia, pueden transmitir”
Salvador Giner

Existen dos mundos opuestos entre los que se mueve el hombre, el primero nos reduce a lo exacto, es el mundo científico; el segundo nos libera el alma, es el mundo artístico.
La ciencia es el camino hacia la reducción, es lo matemático, lo constante, las verdades demostrables. En cambio el arte es interpretable, depende de quien lo mira y sobre todo de quien lo admira.

Al llegar a cierto punto de nuestra vida académica unos elegimos la ciencia y otros las letras, nos dividimos en las dos verdades que el hombre trata de dar a su existencia, y aunque unos caminemos de un lado y otros del otro, no debemos olvidar nunca que la ciencia y el arte son la extraña pareja que aun siendo contrarias la una de la otra, se complementan. El mundo no es del todo ciencia ni es del todo arte, es una mezcla de polos opuestos que se atraen.

Dentro de nosotros hay ciencia y arte en movimiento, lo mejor es saber combinarlas, ya que tenemos las dos, sería absurdo desperdiciar una de ellas.

A los científicos os aconsejo que encontréis vuestra Musa y a los poetas que no olvidéis que la química y la física mantienen el latido de la vida.

Jose Ibáñez



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